ÚLTIMOS COLETAZOS

De esas carreras que no entraban en mis planes pero que se puso en medio y allí me presenté. Tarde, como siempre desde que soy padre (aunque mi primo no me crea), llegamos a Laguna. Mi primo ya me había cogido el dorsal, así que un calentamiento breve mientras nos ponemos un poco al día y no hubo tiempo para más.
Dan la salida, y empieza lo bueno. Los primeros salen como si hubieran robado algo y les persiguiera la policía. Yo salgo algo más lento, entre empujones, pero me encuentro bien, a pesar de estar a final de temporada y sin ninguna motivación, ni objetivo. El primer kilómetro pasó tan rápido que ni oí pitar al Garmin, para el segundo me propuse estar más atento para poder oírle. Delante veía a mi primo como poco a poco iba poniendo tierra de por medio y es que a falta de tres semanas para su objetivo, está fortísimo y no hay quien lo coja ya.
Acabo la primera vuelta, de las tres que eran esta carrera con buenas sensaciones, pero a la mitad de la segunda empiezo a pagar el esfuerzo y pienso en echarme a un lado y acabar viendo la carrera del otro lado de las vallas. Pero una vez más me sobrepongo al sufrimiento y sigo corriendo aunque eso si, a un ritmo algo más lento. La última vuelta la hice con un grupillo de tres que me fueron llevando hasta los últimos 200 metros donde me dejaron atrás para jugársela al sprint.
Al final puesto 31 de doscientos y pico, contento por el resultado y por volver a correr una carrera con mi primo. Aunque solo le vea en la salida y en la meta, pero disfruto mucho viendo como ha mejorado en poco tiempo; el está en otro mundo ya, forma parte de la élite. Yo sigo siendo popular...pero de los populares buenos.
Lo mejor, como siempre, los ánimos de mi familia y la barbacoa de después.